La historia de Meryl.

Los primeros rayos de sol de la mañana ya iluminaban la habitación de la chica. Se había desvelado de nuevo, como cada noche. Apenas llevaría unas 2 horas durmiendo. Suspira con tristeza y mira a su lado, ya no está y debería aprender a aceptarlo. Sin embargo cierra sus ojos de nuevo y cae rendida al sueño.
El 10 de julio había desaparecido de su vida “la cosa más bonita del mundo” o así la llamaba ella. Sí, su compañera de vida. Mascota lo llaman algunos. Sin embargo, para ella había sido mucho  más, había marcado y dejado una huella imborrable, que todavía dolía recordar.