UNA HORRIBLE PERO GENIAL CASUALIDAD. Capítulo 9.
7:20La historia de Ángela.
¡FELIZ
AÑO NUEVO! Decían las dos mujeres que aparecían en el televisor de plasma del
tío Tom. Las dos vestían muy elegantes para dar la bienvenida al nuevo año.
Ángela
casi se atraganta con tantas uvas a la vez en su boca. La verdad es que parecía
un pez globo al tener esos mofletes inflados. Estaba muy graciosa. Los
familiares se intercambiaban besos y felicitaciones, y la alegría inundaba
aquel salón tan grande y acogedor.
Por fin
se tragó todas las uvas…menos mal.
-Voy a
ir a vestirme arriba.-Dijo Ángela.
-¡Oh si!
Espera que voy a vestirme yo también.-Decía su prima Verónica mientras se
tragaba lo que le quedaba de champan en su copa.
Las dos
subieron las escaleras de aquella casa tan grande. Su prima
Verónica no podía quejarse. Hacía unos años que la suerte se puso de su parte:
a su padre le tocó la lotería y supo invertir muy bien el dinero. Al año
encontró un buen empleo, compró esa gran casa y volvió con su ex mujer.
Ángela
se dirigió hacia el cuarto de su prima y cogió una bolsa azul oscura y sacó un
bonito vestido negro, estrecho, sin mangas y con un volante asimétrico. Se lo puso
y se maquilló. Decidió dibujarse una raya negra, ancha (para agrandar sus ojos)
y pintarse los labios rojos. Por último se peinó su melena castaña y colocó su
raya del cabello hacia el centro. Estaba espectacular. Pocas veces podía verse
así.
-Ángela,
¿Podrías prestarme…? ¡Madre mía estás deslumbrante! Serás pilla, no me habías
enseñado este vestido nunca.- Exclamaba Verónica.
Su prima
se puso un vestido con vuelo, color granate. Llevaba un bonito moño encima de
su cabeza.
-Gracias.
Tú también estás guapísima.
Bajaron
al salón, se tomaron una foto de recuerdo y se despidieron de su familia para
poner rumbo a la fiesta que se celebraba en el Cocoa Pub.
A eso de
las una de la noche llegaron a la puerta del Pub, donde sus respectivos amigos
esperaban a las dos primas.
-Bueno
te dejo que allí están mis amigos.- Dijo Verónica, despidiéndose de su prima-
ten cuidado y pásalo genial.- Advirtió.
-Vero no
sé si te habías dado cuenta de que tengo dieciséis años y que soy mayorcita
para estas cosas.- Decía Ángela molesta.
-Ja ja ja,
vale, vale ya sé que te desenvuelves bien tu sola. Perdona.-Reía Verónica.
Ángela
se giró y por fin pudo ver a sus amigos. Iban muy elegantes todos.
-¡Venga
que necesito fiesta!- Exclamó Estrella.
-Tranquila
que la noche acaba de empezar.- Dijo Ángela.
Por fin
entraron tras esperar unos cinco minutos. La espera mereció la pena. Ángela y
sus amigos se dirigieron hacia el centro de la discoteca, mientras llevaban sus
vasos de bebidas en las manos. Mientras, Hey
Brother de Avicii sonaba a todo
volumen.
Ángela
miraba a sus amigos y todos bailaban sin parar. Danny movía el cuerpo como si
no hubiese un mañana, Meryl y Camila subían los brazos hacia arriba mientras
que agitaban sus caderas; Estrella y Beth agarraban a Ángela del brazo mientras
esta las animaba a que cantasen junto a ella.
La noche
marchaba muy bien. Algunas notaban cómo los zapatos les jugaban una mala
pasada, especialmente Bethany( Beth, para los amigos).
-Ángela
¿me acompañas al baño? Creo que los tacones me están haciendo rozaduras…-Le
decía la chica a su amiga.
-Claro,
así me retoco un poco el maquillaje. ¡Chicos ahora volvemos!- Dijo con una
amplia sonrisa.
Intentaban
hacerse hueco entre la multitud para llevar a los baños. La verdad es que el
pub estaba llenísimo. Llegaron a los baños en unos minutos. La música se
escuchaba muchísimo menos.
-Entra
tu primera Beth. Yo esperaré aquí fuera.
-De
acuerdo.
Ángela
buscó su móvil por si sus padres le habían llamado. No, todo en orden.
Ninguna notificación, cero WhatsApps, y ninguna llamada perdida a la vista.
Mejor, eso es que se fiaban de ella y no estaban preocupados.
Estaba
sola en la salita que separaba el baño de chicas del baño de chicos cuando de
pronto se abrió la puerta que daba al Pub. Un apuesto chico, con ojos color
miel y un tupé negro y rizado, entró.
-Hola.-
Dijo él.
-Hola.-
Decía Ángela soltando una sonrisita.
Un
silencio incómodo inundó la habitación.
-Buena
fiesta ¿eh?- Preguntó.
-Sí si
buena fiesta.
Se abrió
la puerta del servicio de chicas y Beth salió al fin.
-Ya
estoy, perdona.- Decía Beth aliviada.
-Vamos
que si no los demás se van a empezar a preocupar…
-Sí…
-Emm…
Adiós…-Le dijo al chico de los ojos color miel.
-Adiós-
Le respondió con una sonrisa.
Era
mono, pero no para volverse loca, porque no era ni un pivonazo. Lo que no sabía
es que ese chico la iba a volver loca de unos meses a otros…
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